miércoles, 25 de febrero de 2009

Máscara



Ayer me pinté la cara y me disfracé, fue todo un acontecimiento.
También bebí bastante y me lo pasé muy bien; resumámoslo en una gran noche.


Pero hoy no me puedo quitar la pintura. No puedo. Intento borrarla con agua y jabón, pero no se va. Me he duchado unas cuantas veces, pero ahí queda. Preocupante. A pesar de que eran unas simples y baratas pinturas xinas, me han dejado marca, y parece ser que duradera. Maldigo el momento en que vinieron a mi, llamándome para que las cogiera.

Por suerte es bonita mi máscara, o al menos eso dicen. Pero no soy una artista ni mi retrato la Mona Lisa. Reflejo sentimientos. Con ella sonrío, parezco feliz, siempre. Y nada más, ella esconde todo lo demás... o al menos eso parece.

Tal vez por ello quizá sea bueno no poder borrarla de mi rostro, o quizá es que en verdad no quiera. Que quién creó esa pintura china quiso tatuarme y lo consiguió, para luego dejar marca. Prácticamente imborrable. Una marca que sólo se va con el paso del tiempo, pero que cada vez que la ves se hace más resistente e impide que se vaya.


Entonces me planteo si la diversión y el gran momento de la noche han valido sus consecuencias...

lunes, 2 de febrero de 2009

Y pusimos punto y final

Ahora toca bajar las pulsaciones y retomar la presion arterial.




"Supongo que en eso consiste la contrapartida de las cosas bellas, en que todas acaban por no durar. Ese fin de trayecto oscuro y desagradable llamado despedida en el que todos nos hemos tenido que bajar alguna vez. Crecer es aprender a despedirse, conocer cada vez a más gente que ya no está, saberse de memoria la dirección de los tanatorios, sonreír de tanto llorar. Porque incluso en las ciudades más espectaculares la mitad de la población vive orientada hacia cualquier norte donde nunca pega el sol."



[hartículo de R.Mejide]