domingo, 6 de noviembre de 2011

Actuar o no actuar, 2

Hay días que te levantas y sólo piensas el momento en volver a acostarte, y desaparecer. No prefieres el viernes al lunes, ni esperas con ansias aquella cita ilusionada de aquí a un mes, o dos, o siempre. Son días en los que tu mayor alegría, por así decirlo, es la de estar en el hospital, hacer lo que debes y olvidarte de tus problemas. Es ese sitio donde evadire. Si, todos tenemos días en los que nos volvemos inmunes al entorno, actuamos como robots y no nos queda ni una pizca de alma a la que sustraer una sonrisa. Ni falta que nos hace.

Sí, estoy en una época que no le veo ilusión al futuro ni al presente. Ahora, porque he echado a perder algunas de las pocas personas por las que me valía la pena luchar. ¿El futuro? Lo único que deseo es que llegue, y que lo pase lejos, y sea diferente, y tal vez así, entonces, empiece de cero.


Si tú me lees, querido lector indiscreto, te diría que te entiendo, aunque te reirías por mi hipocresía. Hubiera pasado encantada el día contigo, pero ya ves, ni me llaman, ni es el momento. Dime, pues, qué hago? Por ahora, me encierro, me dejo llevar y sobrevivo con autolamentos.