Las palabras son armas de fuego. Dañan, hieren y queman lentamente mientras no puedes hacer nada por evitarlo. Ni salir corriendo, ni apagar el teléfono. No sirve de nada intentar evadirse de una realidad gritada a voces, ni engañarse pensando que el alcohol tiene algo que ver. Admítelo, encendiste la primera chispa, sin querer, y la cosa se te fue de las manos. Y eso que sólo fueron palabras. Algunas quedarán en el olvido otras, en cambio, se esconderán bajo tierra y seguirán en ascuas, ardiendo lentamente…. consumiéndote sin darte cuenta.
Menos mal que sólo son palabras…