Mi queridísima Guardiana ante el centeno:
Cuando éramos muy pequeños, mi hermana y yo solíamos jugar a dividir el mundo con líneas de tiza.
Las dibujábamos entre las baldosas de un pequeño y sombrado patio trasero que hoy ya no existe, pero que para nosotros dos fue durante mucho tiempo el epicentro del universo. Las líneas de tiza lo cruzaban de punta a punta y permanecían allí durante días, com un extraño jeroglífico de conmovedroa inexactitud dque nadie excepto nosotros dos era capaz de descifrar.
En aquel patio creamos castillos y palacios, romances imposibles, guerras interminables...
[Círculos de tiza]