jueves, 31 de diciembre de 2020

Fin 2020 - año del COVID

 



En mi intención de recopilar los eventos del año a modo de anuario de mi vida, me he dado cuenta de que los pasados 3 años no escribí nada. Pero este año pasará grabado en fuego en la memoria de todos por el año de la pandemia mundial por COVID 19. Pero antes de eso, recordar de dónde venía... dónde estoy... y dónde me lleva la vida.


2018-2019: últimos años de la residencia de Pediatría en Granada. Años difíciles por encontrar ese equilibrio entre mi profesión y mi vida personal. Trabajar en lo que te gusta y ser competente en tu trabajo vs tiempo libre, ocio y relaciones. Me fui a Panamá de rotación externa donde tal vez me enamorara por primera vez (o, al menos, que fuera correspondido). Terminé la residencia y se me plantaron por fín todas las posibilidades del mundo: tenía tiempo, dinero, 0 responsabilidades que atender más que la mía... ¿por dónde empezar? Pues, extraño que fuera, no tenía energía para irme a viajar, no tenía ganas de huir y descubrir el mundo. Necesitaba de hogar, de los míos y de estabilidad. ¿Volver a vivir a Ibiza? Me ofrecían un buen trabajo, en un buen sitio... pero mira, uno tiene que saber escucharse a uno mismo y el hecho de llorar a mares después de la entrevista con el jefe de Ibiza, fue muy revelador: No era mi momento de volver.

Así que, A Sevilla me fuí, con Itxaso, esa mujer maravillosa con la que muchos desearían compartir parte de su vida. Retomé proyectos de cooperación, en Chios, Grecia, (con SMH; vascos) y en el sáhara (con amigos saharauis de granada), con refugiados, y fui capaz de rechazar el sueño de mi vida: trabajar en MSF. En ambos lugares volví a sentir esos pequeños momentos de iluminación, de ser plena y de estar donde uno debe de estar. Conocí a Mario, Nerea, Gemma, con quienes compartí afinidades increibles en muy poco tiempo, y se volvieron grandes amigos con los que hemos mantenido el contacto.

2019 fue un año de aprender a adaptarme a las incertidumbres de la vida, al adónde ir, con quién etc. Fue dificil, pero necesario, después de tantos años siguiendo el “camino” establecido socialmente. La guinda del pastel fueron las peores navidades de mi vida, con mi padre en una de sus peores recaídas. A nivel personal, interesante conocer hasta qué punto me he vuelto o soy cínica, e incluso he deseado la muerte de mi padre (no me quiero cortar al decirlo) porque no soy la única persona en el mundo que haya pasado por situaciones así.


Y bueno, en esas estaba cuando llego el 2020 y con él, el COVID 19. UNA PANDEMIA MUNDIAL. La que hemos liao'. Los chinos más bien, jejeje Visto lo que se nos venía encima me puse a buscar trabajo en Sevilla y me llegó un video de Melilla (qué? Dónde está eso? Pero ahí vive alguien?) de un pediatra diciendo que estaba sólo y necesitaban gente. Y yo, pues moviendome como el viento dije, por qué no. Trabajar con inmigración, en España, me ofrecen buen trabajo. Ahí me fuí, y desde ahí estoy escribiendo, un 31 de diciembre de 2020, de guardia.

A pesar de los millones de muertes, de la parálisis total de la economía, de la crisis económica y social que se ha dado en prácticamente todo el mundo, para mí... ha sido un buen año. Pues sí, bastante bueno. Un año de parón, de reflexión, de adaptarse a la situación nueva y de saber vivir con la incertidumbre. Confinamiento, estado de alarma, aeropuertos cerrados, bares cerrados, todos con mascarillas, aislamiento social sin contacto físico... en este escenario escalofriante, yo me mudé a una ciudad nueva en la que estoy muy a gusto. He conocido a gente también maravillosa (qué suerte que tengo siempre!) y tengo un buen trabajo. Ni que decir que el COVID no ha hecho ni cosquillas a los niños y no estoy aprendiendo toda esa medicina de guerra que también me llamaba. Dije y reitero que no me iré de aquí hasta que no abran la frontera y conozca Melilla de verdad. Pero bueno, ya me voy conociendo y mira, ni un año, ya estoy buscando cómo irme aquí o allá de cooperación, de viaje... jejeje. Lo veo como una necesidad (patológica?!) de aprendizaje y descubrimiento continuo. Qué aburrida la vida si no! Incluso pasando la crisis de los 30, todos esos miedos a estar sola, a no tener un campamento base, a las consecuencias de tanto ir y venir... no ha estado tan mal. La solución ha sido aplazar dicha crisis a los 35, que por ahora estoy muy bien así :)