martes, 11 de septiembre de 2012

Verano 2012 (part I)

Llevaba días esperando el momento de escribir. Ansiaba que llegara esa brisa de inspiración que me hiciera capaz de reflejar por escrito, para la prosperidad, lo vivido este verano. Busco una banda sonora y dejo que mis dedos empiecen a escribir... Junio: el caos. Último mes que vivía con 2 de las mejores amigas que he tenido, tengo y tendré. El final de 2 años de convivencia. De noches hablando en mi cuarto, en el suyo o en el otro. De comidas y cenas, de fiestas, de horas de estudio y trabajo, de risas y llantos. De esto que coges cada segundo del día y lo multiplicas por cien para saborear cada instante que te queda. La nostalgia al descolgar las fotos de tu habitación. La decisión de tirar lo material a la basura y quedarte con lo mínimo porque, de ahí en adelante, vas a andar sin rumbo fijo. Pequeños sacrificios por una gran recompensa: Argentina. Aprender a seleccionar lo que cabe en tu mochila, como preludio de lo que te queda por vivir. Exámenes. Horas de estudio pasando hojas con letras que no llegas a asimilar. Horas en las que, más que nunca, dejas la mente divagar: el amor platónico del mes. Italia. Interrail. Y esto que no te das cuenta y llega el 31. Acabas el último examen y vas a la estación de sants a por tu pase de Interrail. Y te lo empiezas a creer. Saboreas un helado para celebrarlo y corres a hacer cajas y maletas, que esta noche queda algo por hacer. Un paseo, largas charlas y sensaciones extrañas, dudas. Se volverá a repetir. Son las 3 y vuelves a casa para dar un último adiós y desear un feliz verano. Sólo te queda una hora para dormir y hacia tu primera parada: Milán. Me faltan horas para vivir.