lunes, 30 de diciembre de 2024
2024. Fin de una etapa
Escribo tumbada en la cama del cuarto de pediatras, en el hospital. 24 de diciembre, en una de las últimas guardias de mi etapa en Melilla. Un año duro, la verdad. Tal vez exagero, influenciada por los últimos convulsos meses, pero es la sensación que tengo.
He vivido mucha incertidumbre, miedo, tristeza, soledad. Me he sentido perdida y no sabía cual era mi siguiente lugar al que ir, en esa eterna búsqueda. Tenía que poner fin a mi etapa en Melilla, 5 años han sido, tal vez, demasiados. O no. O los que tenían que ser. Porque, de una forma inesperada, la vida me dicho el camino a seguir: volver a Ibiza.
El divorcio de mi padre de la colombiana psicópata, su depresión, su soledad y su necesidad de cuidados... La decisión de volver a casa no ha sido exclusivamente para cuidar a mi padre, no. Volver a casa representa también estar cerca de gente que quiero y me quieren, y en este año he aprendido que las relaciones humanas de calidad son algo que necesito más cerca de mi, porque son las que dan sentido a la vida.
Me queda un proceso de aceptación por parte de mi ego de que no es un fracaso volver, 16 años después, tras haber soñado aventuras en otros mundos. Que aunque me duela que la vida que estoy teniendo no se parezca a aquella que me había imaginado para mi, debo celebrar el aprender a aceptar mis circunstancias y conocer lo que me hace bien (trabajar en atención primaria, red, tranquilidad). Toca mirar con otros ojos los rincones de la isla de la que me fui y pensé que nunca iba a volver, mas que de visita. Toca volver a convivir con mi padre y aprender a poner limites en mi relación con él, y tener paciencia. Y sí. también tengo muchos miedos en relación a esa decisión, pero la sensación de descanso y libertad que me genera irme de Melilla, hacia Ibiza, me es muy significativa. Creo que es una buena decisión.
Otro gran aprendizaje de este año se llama aceptación. En concreto, la aceptación de las emociones desagradables: el dolor, el miedo, la tristeza. Sentirlas y aceptarlas, en vez de huir de ellas como tantas veces he hecho, ignorándolas. Había leido mucho sobre ello y me lo decían algunas personas, pero no lo entendí hasta que un día llegué a tal sufrimiento, que me cansé de intentar huir de él. Y me di cuenta que no estaba tan mal ahí, sintiendo. El trabajo de la evitación era más agotador.
La verdad, termino el año cansada, pero con ilusión ante el nuevo cambio. Nerviosa ante la incertidumbre, pero con herramientas para gestionar los problemas que vayan surgiendo.
Me llevo en el corazón y en la maleta a personitas muy buenas que he conocido en Melilla... Kauzar, Joaquin, Bachata girls, Elena y Daniela... Gracias a la vida por ponerlas en mi camino.
Y gracias a las personas que me han sostenido y apoyado durante este año, sobretodo, cuando he estado en el fondo.
Otros: me compré la furgo! Viaje a Ceuta, Rumanía, Camino de santiago portugués, Tenerife...
Foto: Castillo Basbel, custodiando Melilla desde el Gurugú
miércoles, 3 de enero de 2024
Vínculos
Todos los años intento resumir qué ha sido lo más importante del año. O lo que he aprendido, o algo que me haya marcado. Algún año me quedé muda de palabras, a veces el silencio dice mucho...
Este 2023 ha sido un año de un gran aprendizaje. Un aprendizaje, tal vez, que marque un antes y un después en el trayecto de mi vida, en mi cammino.
Justo entorno a la nochevieja de 2022 conocí a Fausto, otro de tantos amores que imagino han pasado y pasarán por mi vida. Me enamoré de él. Pero lo novedoso de este amor, es que me ha abierto los ojos a muchas cosas. Al mundo de las no-monogamias, a la importancia de los vínculos de calidad y a los cuidados. Me ha enseñado sobre las emociones, sobre el Ego, sobre mí. A aprender a hablar y a escuchar, a no adivinar los pensamientos ajenos, a que no adivinen los míos, y a expresarme con tacto, con empatía. Me ha animado, de nuevo, a meterme en un proceso terapéutico y he encontrado, esta vez sí, a una mujer que creo que me va a ayudar en este camino.
Porque hasta ayer iba por la vida pensando en mí, en qué quería yo, en qué era bueno para mí. Yo he sido el ombligo de mi vida, buscando, huyendo, pensando cuál era mi camino sin darme cuenta de que lo más importante para mí, son los otros. Las personas que quiero, las que me llenan el alma y me aportan felicidad. Me tuve que ir bien lejos ¡A Chile! Para darme cuenta de estas cosas. Conocí a mi "metaamor", tal vez una de las palabras del año, y aprender de ella a amar sin ataduras, sin intención de poseer, queriendo el bien y el cuidado de todos de los que recibes un amor igual. A vulnerabilizarme. Esta SI es la palabra del año. A demostrarme sin capas de cebolla, sin muros. A enseñar mis mierdas, mis tristezas y mis defectos y que, aún así, me sienta digna de ser querida. Aceptar que necesito y que no soy tan autosuficiente como pensaba. A luchar por tener vínculos profundos, sanos y sinceros.
Y en este inteno de encontrar mi esencia, también aprendí a poner límites. Como en el trabajo. A decir basta, cuando uno está dando más de lo que puede. Humildad de aceptar que no puedo con todo. Priorizar qué necesito.
Qué cosas tiene la vida, que en este año me he embarcado 3 meses de mochilera sola por Chile- Bolivia- Peru, y lo más bonito del año, sin duda, es esto.
Foto: con Fausto en la boda de Isaac en Israel
1 agosto 2023
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