miércoles, 19 de junio de 2013

Llorar por los dedos

Ahora mismo tengo ganas de llorar por los ojos, y para no permitirlo, voy a empezar a llorar por los dedos. Voy a reflejar en esta pantalla de ordenador, como tantas otras veces he hecho, lo que pasa, lo que siento.
Estoy sola. Mas sola que la una. A 14.000km de casa, y se dice pronto. Y curiosamente no me he sentido tan sola nunca, o no lo he recordado así antes.
Y es que esto no tenía que funcionar así. Esto iba de irme sola para volver sola, pero algo más entera. Volver con esa parte de mi que tanto ansío encontrar, que tanto necesito llegar. Esa media naranja, dicen. Pero siendo sensatos, me conformaba con encontrar un pequeño gajo. Y no encontrarla fuera, sino dentro de mí.
Así que en estas andaba trabajando cuando viene medio pomelo y me engaña. Parecido por fuera, distinto por dentro. Me dice cuatro cosas bonitas y me encandila. Qué rápido me vendo. Qué puta. Llega y tira por el suelo todo mi esfuerzo. Me ha hecho ver la jodida realidad. Aparece y me hace volver a caer en esa falacia de querer a través del otro para poder quererme a mi. Qué jodida la cosa. La de pasos que he andado para atrás. Eso de dejarse llevar no es tan fácil. Ni mucho menos. Si dejarse llevar implica perder la consciencia de uno mismo, depender tu felicidad del otro. Eso es dejar de ser.

Que no vine a enamorarme. Que tengo fecha de llegada y fecha de partida. Que todo esto no será más que un recuerdo pasajero, algo que quede ahí. Pocas fotos, algunas imágenes. El recuerdo.

Y es que la claridad llega como una brisa de aire que llega, y te despeja las nubes
Cosas tan claras reflejadas ahora por escrito. Tan difíciles de ver en el ayer.

Si me preguntas ¿Por qué estoy contigo? Por que he vuelto a caer en el error de que mi felicidad, durante el tiempo en que aquí resido, depende de vos.


Suena: El amor, Ricardo Arjona


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