miércoles, 6 de marzo de 2013

Hoy quiero hablar del equilibrio, y me parece un tema tan complejo que no se por donde empezar. Vaya tontería, pensareis, pero creo que es una de las cosas que más ansío lograr en mi vida. 

De las primeras veces que logré alcanzar el equilibrio fue en una piscina. Después de llevar años nadando, no me di cuenta que no sabía nadar hasta que un entrenador me hizo hacer un ejercicio. Consistía en mantenerse como un fideo, estirada verticalmente en el agua, vaciar tus pulmones, y conseguir estar quieta. Sin que las piernas se te fueran para un lado u otro, sin que tu tórax inflado quisiera salir a flote. Y hacer lo mismo pero tumbada en el agua. ¿Parece sencillo? No lo es tanto. Tienes que tener tu cuerpo en perfecto equilibrio con el agua, conocer el punto justo de tonicidad que necesitan tus músculos y la cantidad de aire que tiene que quedar en tus pulmones para flotar.Si sabes flotar, moverte hacia delante solo es cuestión de un pequeño empuje.

El equilibrio del cuerpo es, como veis, cuestión de ejercitarlo. El de la mente es otro tema, un concepto menos mecánico.El equilibrio consciente consiste en mantener la balanza entre la tranquilidad y la ansiedad, entre la felicidad y la tristeza, entre la buena y la mala suerte, entre ilusionarte y decepcionarte. Personalmente me considero una montaña rusa de emociones y, lo peor de todo, completamente dependiente del mundo exterior. Cómo una atracción pasajera puede aportarme tal chute de energía con solo imaginarme mil situaciones con él (sólo imaginandolas!!) y la vuelta a la realidad causarme depresión. Como una semana puedo sentirme la chica más activa del mundo y a la siguiente no querer más que comer y dormir. Como puedo luchar contra mi diablo que dice que sí, cuando mi yo sabe que es mejor un no. Y lo que lucho por evitarlo, y lo inútil que ha sido hasta la fecha. Creo que el día en que consiga dominar mi propia lucha, seré el ideal de persona que quiero llegar a ser. Curiosamente, la parasicología define el equilibrio como la virtud que procura felicidad en cada una de las actividades del ser humano. 

Y no nos olvidemos de aquello a lo que llamamos karma: al equilibrio que pone el universo sobre ti. Una mala noticia irá seguida de una buena. Si obras bien, tendrás tu recompensa. Si trabajas en la tierra, tendrás el cielo garantizado.

Y toda esta reflexión va a raíz de que me consideran una tía afortunada porque me da por encontrarme cosas y por ganar concursos de vez en cuando. Es parte de mi equilibrio: afortunada en el dinero, desafortunada en el amor. 



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